1 Yahveh repondió a Job desde el seno de la tempestad y dijo: 8 ¿Quién encerró el mar con doble puerta, cuando del seno materno salía borbotando; 9 cuando le puse una nube por vestido y del nubarrón hice sus pañales; 10 cuando le tracé sus linderos y coloqué puertas y cerrojos? 11 «¡Llegarás hasta aquí, no más allá – le dije -, aquí se romperá el orgullo de tus olas!»
23 Los que a la mar se hicieron en sus naves, llevando su negocio por las muchas aguas, 24 vieron las obras de Yahveh, sus maravillas en el piélago. 25 Dijo, y suscitó un viento de borrasca, que entumeció las olas; 26 subiendo hasta los cielos, bajando hasta el abismo, bajo el peso del mal su alma se hundía.
28 Y hacia Yahveh gritaron en su apuro, y él los sacó de sus angustias; 29 a silencio redujo la borrasca, y las olas callaron.
30 Se alegraron de verlas amansarse, y él los llevó hasta el puerto deseado. 31 ¡Den gracias a Yahveh por su amor, por sus prodigios con los hijos de Adán!
14 Porque el amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos por tanto murieron. 15 Y murió por todos, para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. 16 Así que, en adelante, ya no conocemos a nadie según la carne. Y si conocimos a Cristo según la carne, ya no le conocemos así. 17 Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo.
35 Este día, al atardecer, les dice: «Pasemos a la otra orilla.» 36 Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con él. 37 En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. 38 Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» 39 Él, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: «¡Calla, enmudece!» El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. 40 Y les dijo: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?» 41 Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: «Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?»