1 Sólo se oye hablar de inmoralidad entre vosotros, y una inmoralidad tal, que no se da ni entre los gentiles, hasta el punto de que uno de vosotros vive con la mujer de su padre. 2 Y ¡vosotros andáis tan hinchados! Y no habéis hecho más bien duelo para que fuera expulsado de entre vosotros el autor de semejante acción. 3 Pues bien, yo por mi parte corporalmente ausente, pero presente en espíritu, he juzgado ya, como si me hallara presente, al que así obró: 4 que en nombre del Señor Jesús, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de Jesús Señor nuestro, 5 sea entregado ese individuo a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu se salve en el Día del Señor. 6 ¡No es como para gloriaros! ¿No sabéis que un poco de levadura fermenta toda la masa? 7 Purificaos de la levadura vieja, para ser masa nueva; pues sois ázimos. Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado. 8 Así que, celebremos la fiesta, no con vieja levadura, ni con levadura de malicia e inmoralidad, sino con ázimos de pureza y verdad.
5 Pues no eres tú un Dios que se complace en la impiedad, no es huésped tuyo el malo. 6 No, los arrogantes no resisten delante de tus ojos. Detestas a todos los agentes de mal.
7 Pierdes a los mentirosos; al hombre sanguinario y fraudulento le abomina Yahveh.
12 Y se alegren los que a ti se acogen, se alborocen por siempre; tú los proteges, en ti exultan los que aman tu nombre.
6 Sucedió que entró Jesús otro sábado en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha seca. 7 Estaban al acecho los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle. 8 Pero él, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: «Levántate y ponte ahí en medio.» El, levantándose, se puso allí. 9 Entonces Jesús les dijo: «Yo os pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla.» 10 Y mirando a todos ellos, le dijo: «Extiende tu mano.» El lo hizo, y quedó restablecida su mano. 11 Ellos se ofuscaron, y deliberaban entre sí qué harían a Jesús.