Beata Mariam de Jesús Crucificado
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“Así, los que ahora son últimos serán los primeros, y los que ahora son primeros serán últimos.” Mateo 20, 1-16
Pienso en personas humildes y de poca importancia para el mundo pero grandes ante Dios por sus virtudes. Recuerdo a la pequeña árabe Mariam de Jesús Crucificado. Jamás aprendió a escribir ni a leer correctamente, vivió de incógnita como sirvienta, en casas de parientes muy cercanos y de buenos recursos económicos; se ocupó en el convento de los oficios humildes al tiempo que recibía grandes gracias místicas y pruebas de la gran predilección del Señor.
La historia de los santos está colmada de estas realidades. Ante Dios, las cosas son completamente diferentes a como las consideramos nosotros. El mismo Jesús, siendo Dios se humilló y tomó la condición de esclavo haciéndose semejante en todo a nosotros menos en el pecado (Cfr. Filipenses 2, 7). Y si miro a mi Madre amada, la veo como humilde aldeana y como una más, no obstante ser la Reina del cielo y de la tierra.
Señor, dame la gracia de pensar y obrar como tu piensas y obras. (A.E.C.)