“Nuestra alma espera en Yahvé; Él es nuestro auxilio y nuestro escudo.” Salmo 33, 2; 9; 17-20
Pido al Señor la gracia de que nos aumente las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad. Con ellas jamás nos sentimos abandonados y sometidos a los vaivenes de la vida. Por eso me uno al salmista y repito con toda mi alma pero en singular: espero en el Señor; Él es mi auxilio y mi escudo. A lo largo de mi vida me he acogido a Él. Quiero ser mensajera de esperanza y de confianza en Dios; pero debo ejercitarme en estas virtudes. Y como la virtud es un hábito y los hábitos crecen y se afianzan con la repetición de actos, quiero decir muy convencida: Jesús yo confío en Tí. Así lo he enseñado y he visto la forma como el Señor responde. Al fin y al cabo, su Amor no tiene límite ni su Poder tampoco.
¡Jesús, yo confío en Tí! (A.E.C.)