Niños abrazados
Imagen tomada de Internet
“Tratad a los hombres de la manera como vosotros queréis ser tratados.” Lucas 6, 27-38
Me alegro inmensamente de que estas palabras hayan sido dichas para vivirlas entre nosotros pero que Nuestro Señor no se las aplique a Sí Mismo. Si así fuera estaríamos todos excluidos de la felicidad eterna. Pero bendito sea Él que nos devuelve bien y bien eterno y felicidad inenarrable, por nuestra conducta ingrata y pecadora.
No puedo olvidar la sorpresa de una persona, muy cercana a mí, cuando le dije, en la conversación después de su conversión, que el Señor necesitaba que le ofreciera sus sufrimientos. Abrió los ojos y exclamó: “!Habrase visto! ¡Con lo malo que yo fui!” Y en realidad, había hecho caso omiso de sus Mandamientos durante su vida anterior.
En conclusión, si quiero que el Señor me trate a mí y a nosotros con Misericordia y Bondad, así debemos tratar a quienes nos ofenden o no nos simpatizan.
Dios mío, yo no puedo, Tú si puedes, me abandono en Ti.
Madre, intercede por mí. (A.E.C.)