Jesús y la viuda de Naín
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“Joven, yo te lo mando, levántate.” Lucas 7, 11-17
Nuestro Señor Jesucristo es Hombre completo pero también Dios verdadero como el Padre y el Espíritu Santo. El Misterio de la Encarnación así nos lo presenta. Por eso, dice al joven ya muerto y conducido al sepulcro: “Yo te lo mando”.
El prólogo de San Juan nos afirma: “En el principio era el Verbo y el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios” (Cfr. Juan 1, 1). Y si es Dios, es Dueño de la Vida y de la Muerte. Y pensar que permanece oculto con apariencia de hostia pequeñísima, en nuestros Sagrarios y sujeto a nuestro olvido, maltrato y profanaciones.
Hoy hago actos de fe, adoración, amor y confianza ante mi Jesús, Dios y Hombre verdadero presente ante mí con sus dos Naturalezas, la Divina y la Humana. Sí, estoy ante Él, es el Mismo Ayer, hoy y mañana. Ayer tuve una prueba más de su Omnipotencia: en alguien muy querido el odio y el rencor, dejaron paso al perdón y al amor.
Señor, yo creo, yo adoro y os amo; os pido perdón por los que no creen, no adoran y no os aman. (A.E.C.)