Unge los pies de Jesús
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“… sus muchos pecados están perdonados porque tiene mucho amor…” Lucas 7, 36-50
El amor alcanza el perdón. Debo rogar al Espíritu Santo que me regale su Mismo Amor ya que Él es el Amor. He recibido mucho en mi ya larga vida y por tanto, debo dar cuenta de todas sus bondades. Tengo fe en su Misericordia infinita y me acojo a ella. La actitud de Jesús con esta mujer debe animarme a tener delicadezas con Él ya que se extraña nuestras frialdades e indiferencias y en realidad no se las merece. El fariseo que lo invitó no le puso agua para los pies y ella en cambio los lavó con sus lágrimas de arrepentimiento y los enjuagó con su propio cabello. El anfitrión no le dió el ósculo de la paz y ella besó sus pies con amor reverente y arrepentido, el no ungió su cabeza y ella ungió sus pies. Lo anterior, debe moverme a las delicadezas que inspira el amor reparador.
Perdón Jesús amado por mis descuidos en manifestarte mi fe, arrepentimiento por mis descuidos y mi amor.
Madre, ayúdame por favor. (A.E.C.)