“Realmente no tienen disculpa, porque conociendo a Dios, no le han dado la gloria y las gracias que Dios se merecía, al contrario, su razonar acabó en vaciedades y su mente insensata se sumergió en tinieblas.” Romanos 1, 16-25
Mi vida debe ser totalmente contraria a lo que describe esta carta de San Pablo a los Romanos. Libre y conscientemente debo tomar conciencia cada vez más de Quién es Dios y de cómo debo vivir ante Él y en Él. Por la oración, la Palabra y la rectitud de vida debo conocerle, amarle, servirle, respetarle y hacerle conocer, respetar, agradar y servir de muchos. En realidad, Él es el único que da plenitud. Estoy una y mil veces de acuerdo con San Agustín, así lo he dicho y lo repetiré todos los días de mi vida: “Nos hiciste Señor para Tí y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Tí”.
¡Así sea! (A.E.C.)