“Yo soy el Pan de la vida.” Juan 6, 35-40
Recibí del Señor la vida natural; mis padres fueron los instrumentos. Por el Bautismo, tengo la filiación divina y mi vida sobrenatural la he alimentado con el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. Puedo enunciar lo anterior pero no medir el alcance de esas afirmaciones ya que tienen un sentido divino e infinito.
Por el alimento material subsisto; pero el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesús Eucaristía, me alimentan sobreabundantemente y me comunican las gracias y las fuerzas necesarias para hacer la Voluntad Divina. Esto no es un juego de palabras; ellas expresan el regalo inaudito y misterioso que mantiene viva mi alma.
Madrecita, recurro de nuevo a Tí y a tu Magníficat; ¡Bendita seas oh Trinidad adorable! (A.E.C.)