“Hoy llegó la salvación a esta casa, pues también Zaqueo es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar a los que estaban perdidos.” Lucas 19, 1-10
Realmente hay muchos perdidos; no saben que al alejarse de Dios Nuestro Señor y al profanar todo lo santo, empezando por la Divina Eucaristía, están labrando su propia infelicidad eterna. Y si lo saben prefieren desafiar al Santo de los santos, Principio y Fin de todas las cosas y Señor del Universo. Yo misma tengo que reconocer la Bondad Divina que me tiene a salvo de una vida pagana sin mérito de mi parte. Y es que si muchos hubieran recibido las gracias que me ha concedido serían verdaderos santos y apóstoles incansables. Reconozco que vivo en un hoy salvífico y anhelo lo mismo para todos pero claro, muy especialmente para los más cercanos a mí y alejados del Dios de la vida. Con los apóstoles clamo: “sálvanos Señor que perecemos” (Cfr. Mateo 8, 25).
Señor, sin Tí todo es vacío, sin sentido y muerte. Rescata por tu Pasión, Muerte y Resurrección a los que andan extraviados y en sombras de muerte. (A.E.C.)