Jesús de Nazareth
Película LA PASIÓN.
“… el que no renuncie a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.” Lucas 14, 25-33
En los versículos anteriores Nuestro Señor nos habla de renunciar a todo lo que no sea Él Mismo. Es decir, debo preferirlo a Él por encima de mis afectos familiares más entrañables y también del amor desordenado a mí misma. La meta de todo cristiano y más aún de todo consagrado es darle a Dios Uno y Trino el lugar que le corresponde en la propia existencia. Pero muchos no lo conocen, ignoran lo que Él es en Sí Mismo y en sus obras y si le conocen, rechazan lo que nos manda para nuestro propio bien. Es el momento de preguntarme: ¿en qué circunstancia de mi vida no prefiero decididamente al Señor? Cuando en mi horario no tengo en cuenta sagradamente el tiempo que le corresponde para estar con Él en oración. En fin, viene a mi memoria una frase que muchos repiten por costumbre: “primero Dios”; la hago mía y pido la gracia de vivirla.
Dios mío, yo no puedo, Tú sí puedes, me abandono en Tí.
Madrecita, ayúdame. (A.E.C.)