“Mis ovejas escuchan mi voz, y Yo las conozco y ellas me siguen y Yo les doy la vida eterna.” Juan 10, 27-30
Aparecen ante mí cuatro verbos: Escuchar, conocer, seguir y dar.
Yo quiero escuchar siempre la Voz adorable de mi Único Maestro. Me habla en su Palabra cada día; ella penetra en mi interior por la suave acción del Espíritu Santo y va identificando mi pensamiento, mi voluntad, mi sentir y mi actuar con el pensamiento, el querer, el sentir y el actuar de Jesús.
Puedo decir que felizmente la Lectio Divina me familiariza más y más con mi Salvador; cada vez vamos siendo más y más cercanos. Si conocer en la cultura de Jesús, es “experimentar”, la lectura orante de la Palabra me va haciendo conocer el alma, las motivaciones, las intenciones, los afectos de nuestro Señor Jesucristo. Y así mi voluntad, sostenida por la gracia, me mantiene en su seguimiento. Y esto me hace plena y feliz.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. ¡Magníficat! (A.E.C.)