Constituciones de las Hijas del Fiat.
Foto: Archivo.
“Hemos tocado la flauta y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado”. Mateo 11, 16-19
Entiendo lo anterior como que “no hay peor sordo que el que no quiere oír” o “no tienen lado”. Este sentido salta a mi mente cuando releo estas palabras de Jesús.
También podría preguntarme: ¿qué espero para cambiar en este o aquel aspecto de mi vida que esté ameritando un nuevo rumbo? Si al ir al Sacramento de la Reconciliación repito lo mismo una y otra vez, por ahí va el asunto.
Debo aceptar el mensaje de Jesús, sus Palabras todas, lo que me enseña la Iglesia y dicen los Superiores, como lo que el Señor quiere de mí. Cuando Él me hace saber algo por los medios anteriores, no puedo acomodar el mensaje a mi propio sentir o darle interpretaciones erradas. Con la gracia divina debo enfrentar mi propia realidad y confrontarla con la Voluntad de Dios manifestada para mí en las Santas Constituciones. Ellas me entregan la Voluntad del Padre sobre mí y sobre mi Familia Religiosa. De ahí la necesidad del examen de conciencia; tengo que esmerarme en este sentido.
“Hágase Señor tu Voluntad así en la tierra como en el cielo”. (A.E.C.)