Jesús predicando.
Imagen tomada de Internet.
“… la medida que usen la usarán con ustedes y con creces.” Marcos 4, 21-25
Si me detengo en el Salmo 103 encuentro la descripción de cómo obra Él con nosotros: perdona nuestras culpas, cura nuestras dolencias, nos corona de amor y de ternura, satura de bienes nuestra existencia, es compasivo, paciente y lleno de amor, no se disgusta para siempre ni nos guarda rencor; no nos trata según nuestros pecados. Así como el padre es tierno con sus hijos lo es el Señor con quienes le tememos. Él sabe de qué estamos hechos y se acuerda de que somos polvo. El Amor del Señor es desde siempre y para siempre.
La conclusión es muy clara: si trato bien a todos, más aún, si los amo con amor de voluntad, mi Dios se desbordará conmigo. ¿Qué más puedo desear?
Señor, dame de tu Amor para amar a mis hermanos y hermanas. (A.E.C.)