Lavatorio de los pies.
Foto: Archivo.
“Quien quiera ser el primero que sea el último de todos y el servidor de todos.” Marcos 9, 30-37
Los más amados por Nuestro Señor son los más sencillos, los que no buscan ser grandes entre los hombres. Esos están en sintonía con su Corazón Manso y Humilde. La acción viene después del pensamiento.
Si me creo “grande” en algún sentido, obraré con ínfulas de grandeza e iré en contravía con los postulados del Evangelio. El niño, no precoz en soberbia, sabe que los mayores tienen más conocimientos y pueden hacer más cosas, por eso se deja enseñar y pide ayuda.
A pesar de mis años quiero tener un espíritu, un alma despojada de ambiciones de grandezas humanas y fijar los ojos en mi Maestro Manso y Humilde.
Jesús amado que, mientras Tú quedas sin aspecto humano, yo tome en serio lo que hiciste por mí y por todos y no me deje atrapar por pretensiones humanas. (A.E.C.)