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“Sed perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto”. Mateo 5, 43-48
Nuestro Señor me hace comprender que su Padre es Perfecto porque ama aún a los que son malos e injustos y así mismo les hace el bien.
A esto estoy llamada; leo en la Palabra: “vence el mal con el bien”. Es necesario que haga el bien sin mirar a quién y que, en sentido figurado, bese la mano de quien me hiere. Santa Teresita prefería la compañía de alguien con quien no tenía simpatía recíproca para practicar las delicadezas del amor. Lo anterior, hasta tal punto, que la otra persona quería saber qué le atraía tanto en ella que buscaba su compañía de esa manera. Así son los santos; y yo, no puedo evadir el Querer divino y sus exigencias.
Este capítulo V de san Mateo es la Constitución del Reino de Dios y yo estoy llamada a vivirlo como buena ciudadana de él. Claro que con mis propias fuerzas no puedo lograrlo, pero no estoy sola. Repito nuevamente con san Pablo: “Todo lo puedo en Aquél que me conforta” y “todo es posible para Dios”, aún aquello que yo jamás haría por mí misma.
Confío en Tí, oh Amor Omnipotente.
Madrecita, ven en nuestra ayuda. (A.E.C.)