“Y creyó él y toda su familia.” Juan 4, 43-54
Eso mismo quiero decir yo de mí y de los míos. Pero no puedo afirmarlo de todos porque para algunos su horizonte se reduce a esta tierra. No ven más allá de logros pasajeros y no han descubierto los horizontes impensables del Amor divino. En momentos de dificultad como los actuales no tienen el hábito de dirigirse al Único que puede ayudarnos con suma eficacia. A lo largo de mis años de escucha son muchísimas las personas que dan testimonio de la intervención clarísima del Señor en sus vidas y en la de los suyos; lógicamente, su fe ha crecido.
En cuanto a mi familia religiosa todos los días recibimos nuevas pruebas de la intervención divina en nuestras vidas. Por eso estamos alegres y repetimos agradecidos: “El Señor ha sido Bueno con nosotros y estamos alegres.” (Cfr. Salmo 125, 2)
¡Amén! (A.E.C.)