“Tú, ¿por quién te tienes?” Juan 8, 51-59
Esta pregunta de los judíos encierra su odio mortal hacia Nuestro Señor Jesucristo. Al no creer en Él le juzgaron poseído por un demonio y blasfemo porque se consideraba Hijo de Dios, eterno y por tanto anterior a Abraham. ¡El odio, el error y la mentira frente al Amor, la Bondad y la Verdad infinitas! No hay peor ciego que el que no quiere ver.
Me estremezco al pensar que si yo hubiera sido contemporánea de Jesús hubiera podido negar su divinidad y condenarle por hacerse pasar por Hijo de Dios. Pero bendito sea Él porque creo que es su Hijo Único, Dios verdadero como el Padre y el Espíritu Santo. Y por tanto eterno y consubstancial a ambos. No me canso de agradecer el don de la Fe. Nada he hecho para merecerla.
Señor ten piedad de quienes no tienen fe en Ti. (A.E.C.)