“Jesús se acercó, tomó el pan y se lo da y lo mismo el pescado.” Juan 21, 1-14
Estos versículos del Evangelio de San Juan, me presentan a un Jesús Resucitado, Vencedor de la muerte y del pecado, al Hombre – Dios. Su dimensión humana me encanta, su condición de Resucitado y de Dios le permite no ser reconocido. Varias de las apariciones lo muestran sin la revelación inmediata de su identidad; El misterio lo envuelve, pero es Él. En este pasaje tiene gestos de amigo, de padre, de hermano y servidor: se acerca, piensa en sus discípulos con amor, se interesa por el éxito de su trabajo, por su alimentación, les sirve y comparte con ellos. Según lo anterior, yo también debo: acercarme, pensar amorosamente en mis hermanos y hermanas, interesarme por lo que hacen y ayudarles en la medida de mis posibilidades; en fin, debo servirles y compartir con ellos.
Dame Señor la gracia de ser constante en la práctica de lo que me enseñas. (A.E.C.)