Padre Celestial, Templo del Ave María.
Foto: Archivo.
“Nadie puede venir a Mí, si el Padre que me envió no le atrae.” Juan 6, 44-51
Puedo decir con inmensa gratitud y más aún, con felicidad plena que no solamente he ido a Jesús, sino que me he sentido suave pero firmemente atraída hacia las Tres Divinas Personas. Los amo por ser Quienes son y por su actuar infinitamente amoroso, generoso y fiel hasta el extremo. ¿Cómo no dejarme enamorar por el Amor Mismo? Y eso puedo decir de sus infinitas Perfecciones, de su Generosidad y Misericordia sin límite alguno.
Si el “habemus Papam” que sigue al humo blanco nos alegra, cuánto más el permanente grito en el alma de: “Tenemos Dios, Dios Uno y Trino, Dios Padre, Dios Hijo Salvador, Dios Espíritu Santo Amigo y Consolador. En Él todo lo tenemos, de Él todo lo recibimos. Nos toca permanecer en Ellos y dejarnos poseer por Ellos.”
Gloria y alabanza a Ti oh, Dios amable y Santo. Gracias por ser Quien eres. (A.E.C.)