Jesús Eucaristía.
Imagen tomada de Internet.
“Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.” Juan 6, 60-69
El anuncio de la Eucaristía disminuyó el número de los seguidores de Jesús. Cuando Él les habló de comer su Carne y de beber su Sangre se horrorizaron. Nunca supieron que lo harían, pero bajo las especies Sacramentales.
No puedo asegurar que yo no hubiera hecho lo mismo. Pero por su gran Misericordia yo sé que es una realidad, pero encubierta bajo los velos de pan y de vino. Creo y confieso que como la Carne adorable del Señor bajo la apariencia de pan ácimo y que bebo su Sangre Redentora bajo el velo del vino. Tengo el regalo inmenso de la fe en este Misterio Sacrosanto y la dicha incomparable de tenerlo como el centro de mi vida. Adoro muy imperfectamente a mi Salvador presente y más real que yo misma en la Hostia Consagrada y la recibo con amor y temor a la vez por la grandeza del Misterio. Cuando he tenido la oportunidad de beber su Sangre me estremezco al saber que al derramarla por nosotros nos abrió las puertas del cielo si queremos.
Bendito, adorado, alabado y amado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar.
Madre, disponme para recibirlo y agradécele por mí. (A.E.C.)