La vid.
Imagen tomada de Internet.
“Yo soy la verdadera Vid y mi Padre es el Labrador.” Juan 15, 1-8
Si quiero tener vida en mi alma tengo que permanecer en Jesús. Si una rama no está adherida al tronco, muere porque deja de pasarle savia. Todo lo que nos una a Nuestro Señor Jesucristo es garantía para alcanzar la vida eterna feliz. Él Mismo nos lo dijo: “Si permanecen en Mí y mis Palabras permanecen en vosotros…” (Cfr. Juan 15, 7). Su Evangelio, su Cuerpo y su Sangre bajo las Especies Sacramentales, la oración, una vida cristiana con práctica sacramental, nos mantienen, me mantienen en estrecha unión con Él.
Y la garantía para permanecer en Él es tener una relación cada vez mayor con la Santísima Virgen. Quiero vivir lo que expresa la sencilla jaculatoria: “A Jesús por María.” Por eso, amo el Santo Rosario con la meditación de los Misterios; ellos me lo acercan muchísimo y me permiten acompañarlo desde Nazareth y Belén hasta su Pasión, Resurrección y Ascensión a los Cielos.
¡Gloria a Tí Señor! (A.E.C.)