“Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás como has de sacar la mota del ojo de tu hermano”. Mateo 7, 1-5
Es preciso que primero me fije en mis propios comportamientos para corregir lo que sea negativo y luego ayude a mis hermanas a corregir los suyos. No tengo autoridad delegada, pero por edad y fraternidad puedo decirles una palabra o hacerles una pequeña reflexión. Por convencimiento rechazo la crítica que no conduce a nada, pero no renuncio a enseñar al que no sabe o está muy equivocado. Pero no puedo olvidar que opto por “la verdad en el amor”. La persona que me escuche debe sentirse a su vez escuchada, amada, valorada, y aún útil y hasta necesaria. Me quedo con una frase que escuché un día: “debo estar atenta a pensar bien, hablar bien y obrar bien”.
Jesús mío, dame Tu mirada y Tu actuar misericordioso. (A.E.C.)