“Si ustedes comprendieran el sentido de las palabras: misericordia quiero y no sacrificios, no condenarían a quien no tiene ninguna culpa”. Mateo 12, 1-8
Definitivamente yo no quiero ser relativista; necesito diferenciar el bien del mal. Sin embargo, escucho a mi Maestro que me prohíbe los juicios condenatorios y me enseña la misericordia de pensamiento y obra. La enseñanza de Jesús: “No juzguéis y no seréis juzgados”, resuena en mi interior y también: “Yo no he venido a condenar sino a salvar”. Amo la vida según Dios por respeto y amor a Él y a su Ley. Además, Nuestro Señor Jesucristo me enseña con palabras y hechos a ser misericordiosa como Él.
Jesús, haz mi corazón semejante al tuyo; Madre, intercede por mí. (A.E.C.)