“… Jesús, levantando los ojos al cielo, oró diciendo: “Padre Santo, guarda en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros…”” Juan 17, 11b-19
La unidad entre nosotros es el deseo inmenso de Jesús. En la oración que dirige a su Padre le pide que nos guarde para que seamos uno como Ellos lo son. Nuestro Salvador sabe que si tenemos una protección especial del Padre no romperemos la unidad. Sin ella, la alegría da paso a la más honda tristeza y a la mayor angustia.
Recuerdo la experiencia espiritual de aquella noche: en el feliz despertar supe que Jesús estaba orando por mí y viví el fruto de esa oración filial a su Padre. No puedo olvidar que la unidad se estableció en mi corazón y en el de aquella persona de la que estaba distanciada. Después de esa mañana fuimos “una”. Es decir, se realizó entre nosotras el milagro de la unidad.
Esta, podría decir, es mi amada obsesión. Cuando la veo rota sé que Jesús no está contento y me duele profundamente. Entonces me confío a su oración para que ore a su Padre ya que sin ella le damos la espalda y nos llenamos de tristeza.
Jesús, ora al Padre, para que seamos uno como Tú y Él lo son. (A.E.C.)