Jesús en la Sagrada Comunión.
Foto: Alexis Duque García.
“Le pedían tocar siquiera la orla de su manto y cuantos lo tocaron quedaron curados”. Mateo 14, 22-36
Me repito una y otra vez: “y cuantos le tocaron quedaron curados”. ¡Tocar al Verbo Eterno de Dios venido a nosotros para salvarnos! ¡Tocar al Mismo Amor hecho Hombre en María por obra del Espíritu Santo, bajo las humildes especies del Pan y del Vino! ¡Tocarlo a Él en la fe que me regala como el don más precioso e inefable! ¡Creer en Él, estar tan cerca de Él, Hombre y Dios y decirle en silencio que con Él nada me falta, que solamente tengo para entregarle mi extrema pobreza, miseria y debilidad! ¡Depositar en su Corazón el momento histórico que me correspondió con el caos religioso, moral, político y social! Eso es lo que haré.
Hoy me acerco a mi Señor Jesucristo con todo lo que amo y anhelo para que el solo contacto con su ser adorable me sane y haga agradable al Padre.
¡Amén, Aleluya! (A.E.C.)