“Mujer, que grande es tu fe; que se cumpla lo que deseas”. Mateo 15, 21-28
Nuestro Señor encontró en esta mujer extranjera fe y humildad. Esos son como los pilares para mi oración, sobre todo la de petición. Cuando vaya a exponer al Señor una necesidad propia o ajena debo anteponer el convencimiento de que mi Dios todo lo puede, nada se escapa de su Poder. Además, es preciso que reconozca que no tengo méritos propios para esperar ser escuchada. Por el contrario, estoy llena de limitaciones. Sin embargo, me apoyo en la Bondad, Sabiduría, Amor, y Poder de Nuestro Dios. Si creo que seré escuchada, recibiré. Eso sí, debo pedir lo que sea agradable a los ojos de Dios.
Jesús, yo confío en Ti. (A.E.C.)