“Velad pues, ya que no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor”. Mateo 24, 42-51
No obstante haber vivido tantos años como consagrada al Señor en la vida religiosa, aún no doy la medida. Tengo que pedir la luz del Espíritu Santo para mirar mi vida bajo su acción. Le suplico que me regale sus dones y frutos para ser fiel por amor, en todo. Recibí mucho y mucho será lo que me pida el Señor; no quiero contristarle. He conocido personas de la familia, de la vida consagrada y otras que vivieron o viven en santidad por amor al Señor. Mis Constituciones me lo piden y el corazón también. La Palabra del Señor es muy clara: “Sed santos como Yo Soy Santo”. (Cfr. Levítico 11, 44-47). Pero Jesús nos dijo: “Sin Mí, nada podéis hacer”. (Cfr. Juan 15, 5). Luego, digo con San Pablo: “Todo lo puedo en Aquél que me conforta”. (Cfr. Filipenses 4, 13).
Madre, ruega por nosotros los pecadores.” (A.E.C.)