Jesús Eucaristía.
Foto: Archivo.
“La gente lo andaba buscando; dieron con Él e intentaban retenerlo para que no se les fuese”. Lucas 4, 38-44
Todos mis días deben ser de búsqueda continua de Jesús; afortunadamente Él no se me escapa. Lo encuentro en su Palabra, en la Divina Eucaristía, en la oración, en cada hermano. Los de Cafarnaúm lo encontraron y quisieron retenerle. Nuestro caso es diferente. Con la asistencia del Espíritu Divino, nos encontramos con Él, por una fe viva, esperanza cierta y amor ardiente; por su parte, a Él le gusta que lo retengamos. Jesús nos manda que permanezcamos en Él y nos promete que Él permanecerá en nosotros. (Cfr. Juan 15, 4). La amistad verdadera incluye la realidad de la mutua permanencia en fidelidad, lealtad, cariño, respeto. Me viene a la memoria la petición que hace la zorra al Principito de Saint Exupery: le pide que la aprisione, es decir, que siempre se recuerden y sean amigos aún cuando no estén frente a frente.
Señor amado, “aprisióname” cada vez más para que no me escape y gracias por dejarte “aprisionar”.
Madre, manténme en Él. (A.E.C.)