“… viene el Hijo del hombre, que come y bebe y decís: “Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadores””. Lucas 7, 31-35
En este eco Nuestro Señor deja entender hasta qué punto podemos cerrarnos a la verdad y juzgarlo a Él Mismo en el afán de rechazar su Persona y su Evangelio. Esta ceguera espiritual me entristece. Increíble saber que podemos llegar a pensar y a decir mal del Santo de los santos y de la Verdad plena.
Por mi parte, recuerdo lo que nos dijo: “No juzguéis y no seréis juzgados” y también “a mí lo hacéis”. Por eso, pido a mi Maestro la gracia de: pensar y decir bien de las personas, preferir callarme antes que criticar, hablar lo necesario y evitar comentarios que hieran el amor cristiano y el Corazón de Jesucristo.
Coloca Señor un sello en mis labios y bondad mis sentimientos. Te lo pido por Ella, la Mujer silenciosa que guardaba todo en su Corazón Inmaculado, Santo y Prudente. ¡Amén! (A.E.C.)