“El que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío”. Lucas 14, 25-33
Hace muchos años que emití el voto de pobreza, que dejé de lado cosas, oportunidades que no significaron nada para mí con tal de seguir más de cerca a mi Señor Jesucristo en la Vida consagrada.
Sin embargo, aún debo preguntarme: ¿Qué criterio, qué apego tengo aún en los diversos campos? Si me detengo aquí, aún puedo renunciar a lo que he juzgado como muy mío: conceptos, recuerdos, méritos de los míos. Pero Él va adelante y no me niega su gracia.
Definitivamente quiero ser cada vez más, su discípula fiel; aún me falta.
Dios mío, yo no puedo, Tú si puedes, me abandono en Ti. (A.E.C.)