“Alegraos conmigo, porque hallé la dracma que había perdido”. Lucas 15, 1-10
En estos versículos Nuestro Señor me enseña claramente lo importante que soy para Él. Por mí misma no tengo mérito alguno, pero valgo su Sangre adorable. Al derramarla por su Amor infinito, me sumerge en el Amor del Padre y me abre para siempre el acceso a su Casa. No puedo olvidar que la Dracma es la moneda más pequeña, pero al fin y al cabo, soy posesión Suya. Tengo que permanecer en Ellos. De lo contrario, embolato mi vida espiritual, pierdo el norte o mejor, me pierdo a mí misma. Por eso mis sentidos, potencias, anhelos, aspiraciones, aficiones, debo encontrarlos en Él.
Con razón nos insistió: “Permaneced en Mí y Yo en vosotros.” (Cfr. Juan 15, 4). Y el que Permanece en Mí y yo en él, ese da mucho fruto.
¡Amén! (A.E.C.)