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“Somos siervos inútiles, solamente hemos hecho lo que teníamos obligación de hacer”. Lucas 17, 7-10
Nuestro Señor Jesucristo es Dios como el Padre y el Espíritu Santo; sin embargo, tomó la condición de siervo y se humilló haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de Cruz. No vino a ser servido sino a servir; nosotras servimos en la Iglesia para dejar en los corazones la semilla del Reino de Dios y el Reino de Dios es el Mismo Jesús, Hombre-Dios. Me llamó a servirle a Él en los hermanos; debo hacerlo con el convencimiento de que nada soy y nada puedo por mí misma. Sin embargo, si me abandono en Él, si confío plenamente en Él, Él mismo suplirá lo que en mi inutilidad yo nunca podría hacer.
Madrecita, ponme en Él por completo, te lo suplico, así será Él Quien obre a través de mi propia inutilidad. (A.E.C.)