“¿No es este el hijo de José el carpintero?”
Nuestro Señor escogió lo más humilde, lo más pobre, lo menos brillante. Pasó por ser hijo del artesano del pueblo y era el Unigénito del Padre. No buscó aplausos, honores, reconocimientos. No fue el personaje de su época, no tuvo ni criados ni ejército. Era el hijo del carpintero y nada más; y sin embargo, era el Hombre-Dios. No puedo dejar de mirarle y de escuchar sus Palabras en el corazón. Evadió a quienes quisieron hacerle rey, fue directo y sincero con quienes le adularon. Este es mi Maestro: vivió y enseñó la verdad en el amor.
Madrecita, quiero vivir lo anterior por Ti, Contigo y en Ti. Ayúdame por favor. (A.E.C.)