“Señor, si quieres puedes limpiarme”. Lucas 5, 12-16
No tengo lepra en mi cuerpo pero sé que en sentido figurado tengo llagas secretas que pueden desintegrar mi espíritu y mi alma. Por eso, me coloco en actitud de sencilla veracidad, ante mi Salvador y le manifiesto que Él puede darme las disposiciones necesarias para recibir el perdón y la sanación de mis úlceras más escondidas.
Él es la Misma Santidad pero también la Misericordia Infinita. Sabe de qué estoy hecha; murió para salvarme. Desea ardientemente aplicarme los méritos infinitos de su Pasión y de su Preciosa Sangre derramada por mí y por todos nosotros. Acudiré entonces al Sacramento de la Reconciliación y escucharé en lo más secreto de mí ser ese “Quiero, queda limpia”.
“Señor, si quieres puedes limpiarme”.
Madre, ruega por nosotros. (A.E.C.)