“En aquel tiempo, proclamaba Juan: Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo”. Marcos 1, 7-11
Esta declaración de Juan Bautista para mí es desafiante y al mismo tiempo un llamado a la cordura, a no querer hacer nada más que aquello para lo cual he sido llamada. Si soy Religiosa, no tengo nada que hacer en el mundo, ni en política u otra vocación diferente a aquella a la cual me ha llamado el Señor. Decir que no puedo, que no soy capaz es un engaño, ya que si me llamaron para ser Consagrada a Dios, ya me han dado todo lo que necesito para que pueda realizar esta misión de acuerdo a su Querer Divino. He sido bautizada con el Espíritu Santo y es Él quién me capacita para vivir cada segundo de mi vida en Cristo, con Cristo, por Cristo y para Cristo.
“Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia Él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto”.
Lo segundo que aprendo es la humildad, la sencillez, la obediencia de aquel o aquella que comprenden su llamado y lo realizan con la gracia y la sabiduría de Dios. A éste, ésta se le revela Dios y le deja descubrir sus maravillas.
Aquí veo que:
El Cielo se hace sentir y descubre el misterio:
En síntesis: el humilde, el sencillo, el obediente, el que es capaz de someterse a la Voluntad de Dios, no sólo ve maravillas, sino que es capaz de ayudar a otros a que vivan de acuerdo con el Querer Divino.
Jesús, ya que me das esta enseñanza tan clara y sencilla, concédeme la gracia de vivir cada segundo de mi vida sujeta a Tí y que sepa escucharte, obedecerte y doblegarme ante Tí sin dilatar lo que me pidas. Te lo ruego por tu Sangre y por tus Llagas Divinas y lo pido para tu gloria, amén. (B.R.M.)