“… y se marcharon con Él”. Marcos 1, 14-20
Un día viví la aventura divina de marcharme con Jesús. Hemos estado en uno y otro lugar, en circunstancias diferentes, pero por su gran Misericordia estoy con Él. Él ha sido mi norte, mi amigo, mi compañero, la ilusión de mi vida, mi gozo, mi paz, mi felicidad, mi Esposo, mi Señor y mi Rey, mi Dios y mi Todo. Y porque me regala la fe, la esperanza, el amor, porque me redimió y sigue salvándome, se que un día estaré con Él en la Casa del Padre.
Solo tengo para Él una indecible gratitud y el anhelo inmenso de llevarle a muchos, para que sean felices como yo lo soy y estemos todos en su compañía por toda la eternidad.
¡Amén, aleluya! (A.E.C.)