“De los rectos es propia la alabanza, ¡dad gracias a Yahvéh con la cítara, salmodiad para él el arpa de diez cuerdas!; cantadle un cantar nuevo, tocad la mejor música en aclamación.” Salmo 33, 2-7
El Señor merece nuestra alabanza, mi alabanza. He visto cómo se abre el cielo, por decirlo así, cuando un grupo se centra en la alabanza.
El Señor también merece nuestra acción de gracias, mi acción de gracias. Vivo, respiro, tengo alimento, descanso, veo cosas bellas, escucho música armoniosa, vivo en paz con mis hermanos; pero sobre todo, conozco a mi Dios, le amo, soy suya, puedo estar con Él. Él es el Sumo Bien, el Amado de mi alma, la Santidad, la Bondad, la Misericordia, el Amor Mismo. ¿Quién como Él?
Por todo lo anterior y por mucho más no puedo dejar de decir bien del Señor, o sea, de bendecirle y maravillarme ante Él.
Gracias Dios mío por ser Quien eres y por lo que haces por nosotros. (A.E.C.)