Jesús y la suegra de Simón Pedro.
Imagen tomada de Internet.
“Jesús se acercó, la tomó de la mano y la levantó”. Marcos 1, 29-39
Me encantan estas tres actitudes de Jesús: se acerca, la toma de la mano y la levanta. Cuántas veces en mi vida ha hecho lo mismo conmigo; o mejor, siempre lo hace con todo hombre o mujer que lo acepta. Ese es Él. Su mayor acercamiento es el de haber tomado nuestra naturaleza humana sin perder la divina. Se hizo semejante a nosotros en todo menos en el pecado. No solamente nos toma de la mano y nos cura integralmente, sino que: nos levanta hasta Él Mismo, nos une a Él, se hace uno con nosotros en la Divina Eucaristía, en los demás Sacramentos, en la oración, en su Palabra, en la vida de la gracia, sino que nos comparte su Filiación Divina y nos da la felicidad eterna, si queremos.
Gracias mi Señor porque doy testimonio de que sigues teniendo con nosotros esas mismas actitudes; danos la gracia de agradecerte y de servirte incondicionalmente ya que amor con amor se paga. (A.E.C.)