Adoración Eucarística.
Foto: Archivo.
“… y se quedaron con Él aquél día…” Juan 1, 35-42
Estos dos discípulos de Juan le creyeron y se fueron tras Jesús ya que su Maestro les había dicho que era el Mesías. El Precursor no retuvo a sus seguidores, ellos fueron dóciles y se fueron tras su nuevo Maestro.
Yo no puedo retener a nadie, es preciso que quien llegue a mí se vaya en busca de Nuestro Señor Jesucristo y se comprometa con Él. ¡Y se quedaron con Él Aquél día! He tenido la felicidad incomparable de quedarme con Aquél a Quien amo. Jamás me ha defraudado ni lo hará; eso es lo que tengo que enseñar y repetir incansablemente. Pero eso sí, tengo que ser fiel y evitar ofenderle y entristecerle; me basta su gracia.
Madre, intercede por todos nosotros; sé que lo harás. (A.E.C.)