Jesús y el endemoniado.
Imagen tomada de Internet.
“Cállate y sal afuera”. Marcos 1, 21-28
Me someto íntegramente al señorío de nuestro Señor Jesucristo.
Los de la sinagoga de Cafarnaúm se asombraron porque los espíritus inmundos se le sometían. Claro, el Padre le dió todo Poder en el cielo, en la tierra y en los abismos. Por eso daba una orden perentoria al demonio.
Los apóstoles temieron ante las olas encrespadas que hundían la barca en las aguas del lago de Tiberíades. Yo necesito implorar una fe firme ante el momento histórico que me tocó vivir. Pueden arremeter los vientos de ideologías ateas y hasta inhumanas pero mi Salvador, Nuestro Salvador, vive y los poderes del infierno no prevalecerán.
Creo Señor, pero ayuda mi fe, mi esperanza y mi amor.
Madre, ayúdanos por favor. (A.E.C.)