“… amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen.” Mateo 5, 43-48
Tengo que amar a quienes no piensan como yo. Más aún, debo amar a quienes afirman no creer en Dios y por lo tanto no tienen en cuenta ni la ley natural ni la divina. Podría decir que esos son mis enemigos ya que rechazan al objeto de mi amor, prescinden de Él en sus vidas y en sus obras y hasta lo odian. Y así y todo es preciso que los ame; eso es lo que me ordena mi Maestro.
Dios mío, yo no puedo, Tú si puedes, me abandono en Ti; Madre intercede por nosotros. (A.E.C.)