“Les aseguro que uno de ustedes me va a entregar.” Mateo 26, 14-25
El dolor moral de Nuestro Señor por la traición de Judas fue inmensamente grande.
San Agustín afirmó que no había ningún pecado cometido por una persona que él no pudiera cometer. Tenía una noción muy clara de su propia fragilidad.
Pido al Señor que me de la misma convicción o mejor que el Espíritu Santo me regale el Don del santo temor de Dios para no ofenderle. Por el contrario, me urge ser alma reparadora y fiel y enseñar lo mismo.
Danos, oh Salvador nuestro, verdadero horror a traicionarte por el pecado.
Madre, no permitas que vendamos a tu amadísimo Jesús y Esposo Nuestro. (A.E.C.)