“Desde entonces muchos de sus discípulos dejaron de seguirle y ya no andaban con Él”. Juan 6, 60-69
Nuestro Señor había hablado de comer su carne y de beber su sangre. Quienes le oyeron pensaron a lo humano y se espantaron. Pero no supieron que hablaba de las especies Sacramentales. Por ellas, el Pan se convierte sustancialmente en su Carne preciosa y el Vino en su Sangre redentora. Ese fue el hecho; pero me detengo en lo que sucedió en el corazón del Divino Maestro. ¡Vió partir a muchos de los que andaban con Él!; eso tuvo que dolerle muchísimo. La mayor prueba del Amor infinito de Jesús por nosotros es ofrecernos su Cuerpo y su Sangre redentora, pero ellos pensaron a lo “caníbal”. No supieron que hablaba del Misterio de la Transubstanciación. Hoy la gran mayoría sigue ignorando o si lo conocen no llegan a interesarse por consumir la Carne y la Sangre divinas de Nuestro Redentor.
¡Gracias, gracias infinitas Señor adorable por tanto Amor! (A.E.C.)