“Como el Padre me amó…” Juan 15, 9-17
Ya he hecho la meditación sobre este versículo pero vuelvo sobre él y lo haría muchísimas veces. Nuestro Señor Jesucristo, Dios y Hombre perfecto, me habla de amor a lo divino porque su Padre es Dios. Y el modo de obrar de Él, por tanto, es sin comparación posible. Nadie puede alcanzar la perfección del actuar de Dios. Entonces se trata de un amor inefable, es decir, imposible de definir en términos humanos y muchísimo más de comprender, agradecer e imitar. Puedo repetirme abismada desde mi pequeñez, pobreza, incapacidad para responder adecuadamente: “¡Dios me ama!”, me aman el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Nadie puede ni amar ni amarme como Ellos me aman. Desde lo que soy, es decir, desde mi limitada capacidad de responder adecuadamente, callo, adoro, agradezco, soy feliz. Aprendí que ante tal Bondad y Generosidad suma lo que debo hacer es amarles con su Mismo Amor.
Bendito y mil veces bendito sea mi Dios amor.