“… Jesús se puso en pie y en alta voz decía: si alguno tiene sed, venga a mí y beba…” Juan 7, 37-39
Se refería a sed de felicidad, de plenitud, de paz verdadera. Esta nos la comunica el Espíritu Santo y es el Mismo Jesús Quien nos bautiza en ese Divino Espíritu.
Hoy doy gracias infinitas al Señor por haberme permitido conocer y vivir con entusiasmo lo que el Espíritu Santo nos comunica a través de su Persona Divina. Cuando acepté a Jesús como a mi Salvador personal y señor de mi vida, cuando recibí la oración que llamamos Bautismo en el Espíritu Santo, experimenté un gozo fuerte, una paz inmensa y como un nuevo amanecer de mi fe, de mi amor y aún de mi oración. Quisiera que todos los cristianos, incluidos los religiosos, no se privaran de la vida en el Espíritu y de sus prácticas sencillas y transformantes. He visto que el capítulo 5 a los Gálatas, no es letra muerta sino viva y actual para quienes se abren sin prejuicios ni temores tontos.
¡Ven Espíritu Santo! (A.E.C.)