Jesús y la Cruz, película LA PASIÓN.
Imagen tomada de Internet.
“… y se puso a decirles lo que le iba a suceder”. Marcos 10, 32-45
Me impresiona dolorosamente este pasaje evangélico. Es una negación al diálogo y a comunicación. También es una demostración contundente de los extremos a los que puede llevarnos la soberbia y el egocentrismo. Mientras Nuestro Señor rasga su corazón para contarles el trato inhumano y feroz que recibirá, sus parientes y discípulos le solicitan puestos y honores.
La frase: “Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir” me suena a ignorancia total del “otro”, a negociación de la escucha, a dureza de corazón, a ausencia de olvido propio y abnegación. En fin, a carencia de amor por exceso de egoísmo.
Quiero, con la ayuda divina, vivir lo contrario: Escuchar con amor y compasión, querer comprender, acompañar pacientemente, sentir con el que sufre, interceder ante el Único que puede ayudarnos
Madre, pide para nosotros un corazón como el de Jesucristo y el tuyo ¡Amén, aleluya! (A.E.C.)