La Visitación.
Arte: Andrea Bernal, Fundación Nevi.
“Y… María permaneció con Isabel cosa de tres meses y se volvió a su casa.” Lucas 1, 39-56
Isabel tuvo a María por tres meses en su casa. Yo necesito que permanezca conmigo siempre; Ella esperaba a su hijo, el Precursor. Yo necesito que en mi alma se dibujen los rasgos de mi Salvador que Ella conoce muy bien. Nadie como Ella sabe de sus gustos y preferencias, de lo que le molesta porque no está acorde con su infinita santidad. No puedo permitir que Nuestra Señora, la Siempre Virgen María, ponga fin a su permanencia no ya en mi casa, sino en mi propia vida. Necesito mirarla continuamente: Ella me enseña a entrar en contacto con el Dios que me habita, a adorarle, pedirle perdón por lo que no le agrade y agradecerle y alabarle por “el bien que me ha hecho…”
Si permanezco con mi Madre querida, aparecerán en mi vida los rasgos de su Hijo queridísimo, del Mismo Jesús Nuestro Señor y Salvador. ¡Amén! (A.E.C.)