“… nadie conoce el Hijo, sino el Padre; ni conoce ninguno al Padre, sino el Hijo, y aquel a quien quiera el Hijo revelárselo…” Mateo 11, 25-27
Conocer, para el pueblo hebrero es “tener experiencia de… ”. Cuando nuestro Señor se refirió al conocimiento que Él tenía del Padre y el Padre de Él, quiso hablarnos, por lo que logro entender, de la infinita, amorosa e inefable relación de cada Uno con el Otro. Sí, se conocen y se aman el Uno al Otro y ese Amor engendra al Espíritu Santo. Vislumbro este Misterio de mutua Ternura con profundo asombro y respeto y quiero sumergirme y participar desde mi pequeñez e indignidad en este intercambio divino de Conocimiento y Amor entre las Personas de la Trinidad Santísima. Realmente quiero tener una íntima experiencia de mi Dios Uno y Trino, amarle, respetarle y hacerle conocer, amar y respetar de muchos.
Madre, intercede por nosotros para que así sea. (A.E.C.)