19 Partió de allí y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando. Había delante de él doce yuntas y él estaba con la duodécima. Pasó Elías y le echó su manto encima. 20 El abandonó los bueyes, corrió tras de Elías y le dijo: «Déjame ir a besar a mi padre y a mi madre y te seguiré.» Le respondió: «Anda, vuélvete, pues ¿qué te he hecho?» 21 Volvió atrás Eliseo, tomó el par de bueyes y los sacrificó, asó su carne con el yugo de los bueyes y dio a sus gentes, que comieron. Después se levantó, se fue tras de Elías y entró a su servicio.
1 media voz. De David. Guárdame, oh Dios, en ti está mi refugio. 2 Yo digo a Yahveh: «Tú eres mi Señor. mi bien, nada hay fuera de ti».
5 Yahveh, la parte de mi herencia y de mi copa, tú mi suerte aseguras.
7 Bendigo a Yahveh que me aconseja; aun de noche mi conciencia me instruye; 8 pongo a Yahveh ante mí sin cesar; porque él está a mi diestra, no vacilo. 9 Por eso se me alegra el corazón, mis entrañas retozan, y hasta mi carne en seguro descansa; 10 pues no has de abandonar mi alma al seol, ni dejarás a tu amigo ver la fosa.
33 «Habéis oído también que se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos. 34 Pues yo digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo , porque es el trono de Dios, 35 ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén , porque es la ciudad del gran rey. 36 Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro. 37 Sea vuestro lenguaje: “Sí, sí”; “no, no”: que lo que pasa de aquí viene del Maligno.